Siempre fui una apasionada por los zapatos. Amaba tenerlos, comprarlos, y caminar sintiendo que los desfilaba. ¡El único freno, claro, era el límite de mi tarjeta de crédito! Un día, buscando hacer algo además de estudiar y trabajar, empecé a dibujar las pasiones que me devoraban. Sí: zapatos. Así todo comenzó: empecé a estudiar Diseño además de mi carrera de Administración y, lo que era un hobbie, se convirtió -sin pedir permiso- en un gran sueño. Me vi imaginando mi primera colección… ¡hasta soñé con mi local! Soñé y soñé hasta que un día me dejó de parecer una idea tan loca. Comencé a contarlo, a mostrar mis bocetos y a escuchar el feedback de los demás. Tuve, como cualquier emprendedor, muchos “sí” y muchos “no”; algunos dolieron y otros no tanto, pero es parte del proceso de llevar a cabo lo que uno ama. Aprendí que, con el tiempo, los miedos van mutando: ya no son las mismas cosas las que te asustan o te frenan. Nadie dijo que es un camino fácil, pero… aquello que duele, al tiempo te fortalece.
Los sueños nacen como ideas que al repetirlas se impregnan, como un amor, en cada parte de tu ser: en tus pensamientos, en tu vida… por más que los quieras evitar, ahí están. Como todo amor que nace, un sueño necesita de vos para crecer, y de vos depende que no se marchite. En mi caso, era tiempo de tomar una decisión: ¿Lo intento? Lo intenté: estuve meses haciendo las cosas en paralelo: seguí con mi trabajo mientras desarrollaba mi proyecto, que aún no tenía nombre. Algunas etapas se volvían imposibles, y la realidad se convertía en el sonido de un reloj apurando otra decisión que me iba a definir como emprendedora: jugármela por lo que amaba, salir del confort para arriesgarlo todo. Es difícil, pero es una de las decisiones más hermosas que tomé en mi vida: no hay nada más bello que hacer lo que uno ama, vivir de eso y que otros admiren tu trabajo.
Y sí: me zambullí. Solo faltaba encontrar un nombre. Cerré mis ojos e imaginé el tipo de mujer para la cual diseño; aquella que me inspira y me identifica: una mujer apasionada por los zapatos, audaz, que disfruta de verse sexy, diferente y que ama dejar huellas en cada paso. Una mujer que jamás se sentirá DESNUDA si lleva sus zapatos. Todo sobra si los lleva puestos. Fue como si ellos me dijesen como querían llamarse.
DESNUDA es hoy un zapato de diseño y calidad que define a quien lo lleva puesto. Hoy quería compartir mi historia para que te animes y, si estás soñando, te arriesgues, te la juegues y puedas ser más feliz de lo que podías imaginar. Es tu sueño y tenés que cuidarlo como a un bebé, creer en él y hacerlo volar. Es difícil, pero es lo que amas… y eso hace que valga la pena.
-Yesi